4 feb 2013

2000 KM a Bolivia. (Primera Parte: Quebrada de Humahuaca)

Bienvenidos a un nuevo destino de viaje. Cabe aclarar que desde los inicios de este proyecto de viaje estuvo Machu Picchu como destino final y se puede decir, que de contar con un poco más de plata y de coraje, en este resumen de fotos estarían las de Machu Picchu protagonizando la ilustración.
Pero por falta de aquellas dos, limitamos nuestro destino hasta el Lago Titicaca en Bolivia, recorriendo todo el oeste argentino-boliviano hasta el límite con Perú.


El viaje estuvo protagonizado por Gustavo (un tocayo), Marcelo y yo. Salimos el domingo 6 de enero a las 12 de la noche desde la Terminal de Catamarca.
No podíamos creer que después de tanto planearlo y de encontrarnos con tantas limitaciones el viaje estaba comenzando... así que con una anunciada escala en la Ciudad de San Salvador de Jujuy, las rutas nacionales nos vieron pasar.
Las expectativas eran muchas, tuvimos en cuenta desde un primer momento que no íbamos en papel de turistas convencionales y que tendríamos que enfrentarnos a miles de situaciones, pero en definitiva, era eso lo que nos motivaba.
Llegamos a Jujuy como a las 10 de la mañana, la ciudad no me causó una muy buena primera impresión aunque tampoco me disgustaba.... lo cierto es que no tenía demasiadas ganas de pasar tanto tiempo allí. Sin embargo, era obligada la visita al centro histórico jujeño así que nos calzamos las mochilas y partimos.
Las mochilas nunca antes estuvieron tan pesadas y sólo llevábamos ropa que en ese instante creímos que era demasiada; y mercadería que nos torturaría la espalda por un par de días, por lo cual,  bien llegamos a la plaza principal, lo primero que hicimos fue repartirnos la mercadería.
Un poco más aliviados, nos tiramos en la plaza cual hippie invasor de los espacios públicos, sacamos la viola, cantamos un rato, tomamos un par de fotos y cuando nos pareció que el sol ya estaba demasiado pesado retornamos a la terminal para "rumbear" por la extraordinaria Quebrada de Huamahuaca.




                                                              (Ciudad de S. S. de Jujuy)

Yo fui el responsable de armar la hoja de ruta y siguiendo un estimativo de precios fijé un presupuesto... pero dicho presupuesto comenzó a desplomarse poco a poco a medida que consultábamos precios de pasajes. Sin embargo, tratamos de no tomar decisiones apresuradas e ir respetando el itinerario armado... bajo ningún punto de vista iba a dejar que pasemos a Bolivia sin antes haber visitado uno de los lugares más increíbles de nuestro país. Tan increíble que la misma UNESCO declaró a toda la Quebrada de Humahuaca con sus respectivos pueblos, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Mientras esperábamos el colectivo que nos llevara a la bella Purmamarca, como buenos argentos nos sentamos a tomar unos mates y cuando el colectivo estuvo en plataforma esperándonos, no alcanzamos a subir y ya comenzamos a dimensionar el paisaje jujeño. 
La ruta nos alucinó con la selva de yungas y un paisaje siempre verde que sin darnos cuenta iba cobrando diferentes texturas y colores; perdiendo su tupida vegetación de repente; más allá nos mostraba otros verdes envidiables de pastos cortos que alfombraban las montañas hasta que de pronto se poblaban de cactus; aparecían los rojos y cobrizos resaltados por el sol en los cerros y el poco verde que quedaba explotaba en las plantaciones al lado del Río Grande que bordea la ruta 9.







                                                                  (Fotos de ventanilla)

Cuando el paisaje ya estaba más a tono con la Quebrada previamente googleada, el colectivo giró hacia la izquierda y comenzó a transitar un sendero que nos dejaría de cara al Cerro de Siete Colores, sobre una callecita pedregosa y con mochileros que iban y venían como hormigas invasoras. 
Nosotros éramos parte del enjambre así que no nos podíamos quejar... pero es verdad que la expectativa está en encontrarse con la gente del lugar, no digo que con interés antropológico pero sí aunque sea para descansar la vista. Cuando llegué a la placita del pueblo y vi tendidos a su alrededor a cientos de puestos artesanales exponiendo sus obras de arte y vendiendo sus comidas exquisitas... me di cuenta que no estaba tan mal que la Purmamarca mágica de la que hablaba Mollo estuviera atestada de turistas. 
Es bueno ver de forma tan contundente que el turismo le sirve a los pueblos para sostener sus economías y aunque sus vidas no hayan estado colmadas de buena fortuna, sus costumbres y tradiciones trascienden el tiempo y se despliegan por diferentes latitudes de la patria en cada artesanía que se vende. Es una buena forma de permanecer diversificando la cultura argentina, que por bien cholula que es, importa modas y costumbres que no nos identifica. Pero ojo, que siempre está el riesgo latente de que el turismo justifique un sinfín de superficialidades que pongan a la naturaleza y a la comunidad en otro plano.









                                                     (Centro perimetral de Purmamarca)

Nosotros armamos la carpa en uno de los tantos campings de Purmamarca y cenamos comida enlatada, a ver si le sacábamos un poco de peso a la mochila.
No obstante, antes de cenar salimos a recorrer el pueblo. No sabíamos bien a donde ir, porque de camino al camping ya habíamos conocido casi todo y me acordé de una típica postal del cerro de siete colores resplandeciente que debía de tomarse desde algún lado, así que salimos a la ruta y vimos subir y bajar gente desde un morro en el extremo opuesto. 
De ojotas y sombrero subimos hasta la cresta de un cerro que después había que volver a subir y el precipicio ya no estaba sólo de un lado. 
Mis compañeros de viaje siguieron subiendo hasta donde pudieron y yo me quedé fotografiando unas cactáceas que en cualquier momento se quedaban sin sol. Hasta esto seguramente dejé pasar los mejores ángulos para la típica postal, pero el cerro y el pueblo eran una eterna penumbra. Tenía el sol de frente y todas las tomas no me hablaban de otra cosa más que de la desatención del lente de mi cámara.








                                                          (Postales de la Quebrada)

En seguida, como si la puesta del sol fuese un telón que se abre, Purmamarca me sacó un suspiro.
No estoy seguro de que hayan sido siete, pero los colores eran transportadores natos de energía que se acoplaban a un viento fresco de altura. Ya no tenía sólo la desesperación de capturar ese escenario con mi cámara antes de que se haga la noche, sino de agarrar una botella y meter luces, vientos, perfumes, colores… todo lo que me inspiraba tanta buena energía. Quedé satisfecho con las fotos.




                                                   (Purmamarca y su Cerro de Siete Colores)

Allá abajo se encendió el farolaje y el pueblo se convirtió en una peatonal de turistas vagabundeando. Sólo risas, tonadas porteñas, tonadas no tan porteñas, pasos, un violín, una guitarra… tomamos una cerveza acompañada de pan casero en la pintoresca plaza principal y volvimos al camping hipnotizados por un cielo alevoso.
Pendiente: El Paseo de los Colorados.



                                                          (De nochecita por el pueblo)

Mientras cenábamos, caímos en la cuenta de que todavía no había pasado un día desde que salimos de Catamarca. Para nosotros había sido una eternidad. No había relojes que nos contaran del tiempo ni celulares que nos distrajeran.
Al otro día ni bien "amanecimos", el chef del grupo se  destacó con unos sabrosos fideos con merluza. 
Se nos acercaba la hora de decidir si irnos o pagar otro día de estadía; ya más caro, porque la temporada veraniega se pre-visualizaba próspera en Purmamarca y nadie quería desaprovechar la oportunidad.
Sin entrar en demasiado debate que nos hiciera perder tiempo, comenzamos a preparar las mochilas, guardamos la carpa y marcamos el segundo destino de nuestro viaje: Huamahuaca.
El colectivo empalmó nuevamente con la Ruta 9 y la Quebrada nos volvió a mostrar sus dotes de buena anfitriona con cerros pincelados de colores y formas que evidenciaban un destino con más sorpresas por descubrir. Pasamos por Tilcara que también presumía su status de Patrimonio de la Humanidad y seguimos viaje.
Frente a la terminal de Humahuaca aguardaba una placita que de pronto se convirtió en una convención de mochileros. Pasamos buena parte de la tarde creyendo que esa era la plaza principal, demasiado corriente de hecho... pero qué mas daba, ya habíamos dejado atrás Tilcara y necesitábamos buscar un lugar para descansar y llegar frescos a La Quiaca
Se nos antojaron unos mates y salimos a buscar agua caliente; en el transcurso de la búsqueda nos topamos con la verdadera Humahuaca, su arbolada plaza central, sus callecitas adoquinadas y el monumento a los "Héroes de la Independencia", tradicionalmente conocido como Monumento al Indio. 
Ya el Éxodo Jujeño hablaba del heroico sacrificio del pueblo para evitar que los realistas avanzaran hacia territorio argentino, pero nada sabía de que Humahuaca había sido sede de un gran número de batallas que libraron a una nación que recién comenzaba a organizarse, pues justamente, el monumento al Indio, caracteriza a las razas indígenas que se sometieron al Ejercito del Norte en su lucha libertadora; y se complementa con escalinatas empedradas en pendiente que le imprimen un armónico emplazamiento al centro histórico. El paisaje se terminaría de definir con las "cholas" posando con su típica vestimenta, que ya nos situaban en una Argentina más latinoamericana que nunca.
















                                                  (América hispana en Humahuaca)

La legendaria ciudad, cuna del carnavalito, nos sorprendía a cada paso con sus casonas armónicamente convertidas en hostales y restaurantes rústicos que ofrecían sus exquisiteces al público. Seguramente también conformaban su trazado colonial, museos que exhiben restos arqueológicos de gran importancia para la región, mas la tarde se nos caía encima y todavía no sabíamos a donde instalarnos, así que salimos en busca de un camping que encontramos a unas pocas cuadras del centro. 
Una vez instalados, el viento trajo unas cuantas nubes negras que afinaban el paisaje con truenos y unas cuantas gotas. La carpa corría gran riesgo de inundarse en cualquier momento y por lo tanto tuvimos que ingeniárnosla para cubrirla con bolsas de nailon.
Sin embargo el apocalípsis sólo dejó un viento que más que fresco era frío, pero nada de lluvia ni de qué preocuparnos. 
El flaco Spinetta comenzó a acompañarnos desde esas instancias y con un vinito permitido por la ocasión, salimos al centro en patota con otros viajeros que paraban en el camping. 
Nos adueñamos de las escalinatas del Indio y como pancho por su casa, le dimos a la guitarreada sin preocuparnos por desafinar alguna nota. Previo a esto, un salteño presumía con su saxo frente al reloj de la intendencia y para perder definitivamente la vergüenza lo acompañamos tarareando algunos temas y guitarreando algunos acordes.


Esta vez los paisajes naturales de la Quebrada Humahuaqueña quedaron pendientes, pero para darle fin a este corredor turístico de 170 km., bien definido por la UNESCO como un "itinerario cultural que atesora 10.000 años de historia", la ciudad nos dejó conformes. En otra oportunidad nos daremos el gusto de recorrer la Paleta del Pintor y el Pucará de Tilcara que asombran a tantos viajeros.
Llegamos a La Quiaca al otro día, en un atardecer que se hacía cada vez más oscuro a medida que se largaba la lluvia. No había mucho que hacer en La Quiaca así que decidimos pasar directamente a Villazón, en Bolivia.
Caminamos hacia el puente que une ambas ciudades, nos topamos con la aduana y tramitamos el paso a tierras bolivianas. En menos de media hora estuvimos en otro país, que aunque parezca muy loco, se mostraba bastante diferente al nuestro.

                           (Paso fronterizo. Foto de mi compañero de viaje, Marcelo Palacios.)

Presupuesto
Pasaje desde Catamarca  a S. S. de Jujuy - $275
Pasaje a Purmamarca - $25
Camping en Purmamarca - $20
Pasaje a Humahuaca - $20
Camping en Humahuaca - $25
Pasaje a La Quiaca - $48


El viaje continúa en otra entrada. Muchas gracias por darte una vuelta. No te olvides de dejar tus comentarios si te sirvió como info. para planear tu viaje, si te gustaron las fotos, si querés hacer alguna sugerencia... Saludos viajeros.

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Texto y fotos: Gustavo Plaza
Se agradece usar las fotos sin alteraciones, sin uso lucrativo y respetando el nombre del autor. De lo contrario, escribir a gust-p@hotmail.com

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