24 feb 2013

2000 KM a Bolivia. 2da Parte: Subiendo hasta el Titicaca

Continúo con la segunda parte del viaje que emprendimos hasta el Lago Titicaca en el límite con Perú. (Primera parte: 2000 KM a Bolivia. 1ra Parte: Quebrada de Humahuaca).
Tal como les había contado al final de la primera parte de este relato, llegamos a La Quiaca en una tarde oscura, lluviosa y fría, y por cierto cabe destacar que esta localidad no tiene el encanto de los pueblitos quebradeños que visitamos anteriormente. Sin embargo, la cercanía con la ciudad de Villazón (Bolivia) la convierte en un aglomerado populoso de un gran crecimiento en el intercambio turístico y comercial. 
La Quiaca se ha integrado a la jerga viajera argentina debido a su localización en el punto más septentrional del país que al igual que Usuahia (la ciudad más meridional) son utilizados para determinar la extensión territorial. De hecho, y para que entiendan a qué me refiero precisamente, el músico Gustavo Santaolalla ha denominado a una de sus más exitosas composiciones "de Usuahia a La Quiaca" en donde manifiesta el sentimiento nacional percibido en un viaje a lo largo y ancho del país. 

A su  vez, esta ciudad jujeña, le da comienzo o fin (según desde donde se comience a recorrer) a la Ruta 40 -claramente en superposición a la mayormente transitada Ruta 9- por lo que de esta forma queda unida a uno de los productos turísticos incuestionables de Argentina que recorre de norte a sur más de 5000 km.

Para llegar hasta este punto emblemático, partimos en un bus desde Humahuaca por casi tres horas parados y acompañados de una música un tanto bizarra pero entretenida, similar a las que le sirven de soundtrack a las películas yankies en donde en medio del desierto mexicano, previsiblemente alguien resulta asesinado por aliens o zombies. 
Tras arribar decidimos cruzar inmediatamente a Villazón y comenzar a adentrarnos en el país plurinacional pero previo a esto, llenamos los formularios correspondientes para transitar legalmente por el altiplano durante 30 días y con fines turísticos.

Luego de atravesar el Puente Internacional que separa a ambas ciudades y a su vez a ambos países, buscamos casa de cambio. Buscar es una forma de decir porque todo cartel luminoso que pende sobre la calle principal es indudablemente una casa de cambio. Llegamos sobre la hora y entre que nos cerraban y nos decidíamos si seguir o no buscando mejores ofertas, cambiamos nuestro capital en $1 ars. a $0,92 bob. 

En el trayecto a la plaza principal de Villazón, con una hora menos con respecto a Argentina, de noche, con frío y con una lluviecita que dejaba tediosos charcos, empezamos a dimensionar el espectro socio-económico de Bolivia, un país que se mostraba postergado en materia social y con uno de los índices de ingresos más bajos de Latinoamérica. A pesar de ello, se compensa con una cultura riquísima que, en todas sus variantes, tuvo fundamental influencia de las comunidades indígenas que aún hoy se perciben en la vestimenta, en los dialectos y en su cultura del trabajo agro-pastoril. 

Bolivia, a pesar de contar con elementos culturales que la hacen muy parecida a los pueblitos humahuaqueños, es distinta... se la ve lejana, detenida en el tiempo, en proceso de adherirse al comercio desmedido de las sociedades occidentales pero con cierta reticencia a abandonar su esencia de país andino y amazónico (con todo lo que eso implica) 

Nos alojamos en un hostal frente a la estación de trenes, allí conocimos a un par de mochileros bonaerenses y coincidimos en cenar en un bar cercano. El menú: un suculento plato de pollo asado con papas fritas y ensalada acompañado de una gaseosa de quinua (de la marca Coca Cola) a tan solo $15 bob. Comenzábamos a valorar el poder adquisitivo de la moneda boliviana.
De regreso al hostal nos esperaba una tradicional saya boliviana, pegadiza y con la cual los villazoneños nos invitaban a participar de su folklore.

Al otro día, tras un fallido intento de tomar el tren a Uyuni para conocer el Salar más grande del mundo, resolvimos unánimemente tomar un colectivo con destino a La Paz
Las terminales de colectivos en Bolivia por lo general no aseguran ni proveen un buen o aunque sea entendible servicio de transporte, un mismo pasaje puede ser vendido a 70, 120 o 200 bob. según el regateo o la cara de quien lo compre, y por supuesto las distancias no importan. Un pasaje a un destino distante 16 horas puede ser sustancialmente más barato que al de un destino distante 4. Se venden de la misma forma que un verdulero vende una sandía, y lo más sorprendente de todo es que ninguno tiene baño incorporado.

De esa forma hicimos camino hasta La Paz durante unas interminables 16 horas, acompañados de un gran número de argentinos verborrágicos y con un paisaje de ventanilla maravilloso que nos mostraba la húmeda puna boliviana bajo las ultimas luces del día. Casitas desperdigadas en las verdes vegas, llamas pastando por doquier y una carretera Oruro - La Paz que trabajaba en la adhesión de dos nuevos carriles a los dos ya existentes. 
Llegamos a El Alto a las 10 de la mañana del día siguiente, y en el momento en el que el bus nos puso de cara al valle tapizado de centenares de casitas anaranjadas, no pudimos despegar la vista ni un segundo de la ventanilla para que a medida que fuéramos descendiendo, nos sorprendiéramos cada vez más con la imponente capital.










                                                        (Postales de La Paz, Bolivia)

En La Paz se llevan a cabo las funciones legislativas y ejecutivas de Bolivia, con una población cercana a los dos millones de habitantes, con un clima templado que en los meses más calurosos no supera los 25 grados (esto debido al efecto de altura) y con una arquitectura colonial fantástica atesorada en el "casco viejo" que en muchos casos dejan entrever la falta de mantenimiento y las pocas, casi nulas, políticas de conservación.

En este sentido, la ciudad ofrece varios contrastes: por un lado el casco viejo con sus callecitas angostas y empinadas, concentra los edificios públicos y museos más importantes de la ciudad, allí también se disponen los puestos comerciales -en muchos casos ambulantes- comunes en toda Bolivia, los mercados que dan trabajo a un gran número de bolivianos y que ofrecen platos tradicionales a muy bajo costo, asimismo hay que nombrar a mi peor enemigo: el tendido de cables que se interpone ante cualquier toma fotográfica. Sin embargo, allí está la esencia del país, allí pude encontrar el país latinoamericano que buscaba, que no se esconde, que así pobre y modesta como es... se muestra por sobre todo auténtica.

Más allá, caminando por la Av. 6 de Agosto, se asienta "La Paz moderna" con sus edificios de hormigón y  vidrios espejados; sus jardines cuidadosamente arreglados para la expectación del visitante. Allí la pizza cuesta $15 bob. la porción, la entrada al cine unos $60 y una cerveza monjita unos $25. No es mejor que el "casco viejo" pero dinamiza el paisaje de la ciudad y diversifica la oferta turística, porque más allá de todo, están los que como nosotros nos proveemos en el Mercado de Lanza o en algún que otro puesto ambulante y los que gustan de cenar o almorzar en un buen restaurante. 
El otro contraste lo conforman los alrededores, allí en donde las calles suben y se pierden en la montaña, edificios de 2 ó 3 pisos sin revocar que le dan la tonalidad anaranjada del ladrillo hueco. 



































                                       (Contrastes: Museos, edificios históricos y modernos)

En una tarde caminando por la ciudad nos topamos con una postal que nos dejó alucinados por un buen rato.


(El imponente Nevado de Illimani de más de 6.000 m. de altura es el más alto de la Cordillera Real de Bolivia).

Una postal inevitable en La Paz y en todo el oeste boliviano son "las cholas", mujeres que visten ropas tradicionales del Siglo XVIII y que en algún tiempo se llegó a creer que pertenecían a un grupo étnico mestizo que estaba entre los estamentos sociales más elevados de Bolivia. Sin embargo, la chola es símbolo del adoctrinamiento español. 
En épocas de pos-conquista era pecado traer a la memoria el pasado incaico y es por ello que muchas mujeres comenzaron a portar la vestimenta europea.
Actualmente, aunque muchas cholas realmente pertenecen a una clase social elevada, "la mujer de pollera" está asociada a un estereotipo indígena boliviano que a lo largo de los años sufrió un gran desgaste social hasta llegar a la marginación y la discriminación por proseguir con una costumbre "fuera de onda". 

En La Paz se pueden observar distintos estilos de chola, la elegante mujer de bombin y pollera que engalana retazos de seda e hilo de vicuña, y la chola que carga inmensos canastos en sus espaldas y que, sin más, se inmiscuye en actividades comerciales tradicionales de la ciudad con un dialecto quechua-español bien marcado. 

La "cholita" de Siglo XXI es más independiente, es la que lidia con la carga de la familia y representa la lucha constante por ocupar un lugar digno en la sociedad. No omite su pasado indígena pero se pinta, se perfuma, se moviliza políticamente, estudia... mucho tiene que ver el gobierno de Evo Morales en la reinserción de los pueblos originarios y particularmente de la "chola" o "cholita" en la vida social de una ciudad como La Paz, pues la chola puede ser pobre o rica pero su característica más peculiar es que elige proseguir con una herencia cultural.

                     (En la foto se puede observar la vestimenta tradicional de "la chola paceña")


Copacabana
Después de tres días en La Paz, decidimos partir a Copacabana distante 150 km. El primer tramo lo hicimos hasta San Pedro de Tiquina y luego atravesamos una parte del Lago Titicaca en un pequeño catamarán hasta el otro margen del brazo lacustre para retomar el viaje en micro hasta la ciudad ribereña.
Imposible de describir el paisaje sumamente húmedo que caracteriza a esta zona, por carretera asfaltada en la montaña, con cascadas que aparecen de repente y con miradores naturales privilegiados del lago.
A estas alturas el frío era una constante, así que no esperábamos que la temperatura ascienda pero sí que no lloviera, porque de esa forma la situación se volvía un poco insoportable. 

Llegamos a Copacabana en un atardecer que demoraba las siluetas de los barcos en el lago, los precarios muellecitos nos servían de miradores... teníamos la sensación de haber llegado a destino y de estar conformes... nos esperaban días de deleite con paisajes que tiempo atrás no nos imaginamos poder apreciar, sólo restaba una guitarreada y pasear por la ciudad para finalizar el día.

Copacabana es sumamente turística, los precios son más caros (no excesivamente caros) y los bares, restaurantes y los comercios artesanales están dirigidos al turista internacional por lo que no es curioso toparse con casas de cambio de dólar, euros y reales. Increíblemente son muy pocas las casas de cambio que manejan el peso argentino y chileno, teniendo en cuenta que casi un 50% de los turistas que llegan a Copacabana son precisamente argentinos y chilenos.
También dispone de hoteles y hostales para todo tipo de demanda. Los hoteles más lujosos no son caros, no superan los $120 bob. la noche y están frente a la playa. No obstante hay hostales que aunque no son lujosos cuestan entre $10 y $30 bob. y permiten el intercambio cultural con viajeros de todo el mundo.

Este tipo de hostales se corresponde con el tipo de turismo que frecuenta estas zonas tanto de Bolivia como de Perú. No busca comodidades sino el intercambio cultural, se conforma con comprar en el mercado, con tomar una cervecita en el muelle o tomar unos mates y por qué no fumar un porrito en la plaza mientras el cura del pueblo bendice las "trufis" recién compradas. 

Por la calle principal también son comunes las "agencias de viaje" que venden excursiones a la Isla del Sol, las Islas Flotantes y hacia el mismo Cuzco a precios muy accesibles, por eso resulta fundamental saber administrar el capital para que en el mejor de los casos termines en un tren al Machu Picchu.











                                                               (Llegada a Copacabana)


Nos alojamos en un hostal cerca de la Iglesia de la Candelaria: cómodo, tranquilo, sin lujos pero suficiente para nosotros. Allí nos encontramos con estos ejemplares en un jardín interno.


                                    (Plantas de Marihuana creciendo en el Hostal del Sol)


Copacabana reúne a aproximadamente unos 20 mil habitantes en toda su jurisdicción. En la ciudad hay apenas unos 4000 hb. y una población flotante que casi la duplica.

Uno de los atractivos más importantes de la ciudad es la Iglesia de la Virgen de la Candelaria construida en el Siglo XIV que ostenta un estilo renacentista.
Otro atractivo muy importante es el Cerro del Calvario desde cuyo mirador la vista del lago y de la ciudad, es imponderable. Los atardeceres son fantásticos aunque casi nunca se puede ver el cielo descubierto de nubes.





(No podíamos creer que después de 3 días de lluvia había salido el sol, así que la iglesia ameritaba fotos de días nublados y de días soleados).





 (Algo muy tradicional y festivo, es la bendición de las nuevas adquisiciones engallardetadas y acompañadas de una buena música folklórica).





                                                        (Más postales de Copacabana)




















                                            (Copacabana vista desde el Cerro del Calvario)


Presupuesto:
Hostal en Villazón: $32 bob. (con agua caliente)
Pasaje desde Villazón a La Paz: $120 bob.
Hotel en La Paz: triple con baño privado y TV $90 bob.
Pasaje desde La Paz a Copacabana: $30 bob.
Hostal en Copacabana: triple con baño compartido y cocina compartida $60 bob.

MIRÁ LA TERCERA PARTE DEL RELATO HACIENDO CLICK EN EL SIGUIENTE ENLACE:
3RA PARTE: ISLA DEL SOL Y REGRESO A ARGENTINA

Texto y fotos: Gustavo Plaza
Se agradece usar las fotos sin alteraciones, sin uso lucrativo y respetando el nombre del autor. De lo contrario, escribir a gust-p@hotmail.com


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